C. C. Residencia 80 - Artículos

 

 

Vicente Nebot

El ciclismo como un reto y una aventura.

Mis impresiones sobre una experiencia personal (La Marmotte-89)

Cada vez en nuestras vidas tenemos más tiempo libre, y por tanto más tiempo de ocio. Es la contrapartida agradable de una jornada, una semana, un trimestre o un año de trabajo. Entre períodos laborales más o menos estresantes nos encontramos con fines de semana, puentes, vacaciones trimestrales, vacaciones anuales, etc. Este tiempo libre es importante ocuparlo y la minuta puede ser muy extensa: desde quedarse en casa sin hacer nada, absolutamente nada, hasta lanzarse a la aventura de un gran viaje. Según los sociólogos a una sociedad se le podrá medir su grado de desarrollo por la capacidad en utilizar este tiempo libre. No podemos ni fiscalizar ni dirigir la vida de las personas obligándoles, de alguna forma, a utilizar ese tiempo de ocio tal como creemos nosotros que es lo mejor. Cada cual emplea su tiempo como quiere.

 Después de una larga discusión con unos amigos en la que intentaba convencerles de las excelencias del deporte como medio de realización personal y una excelente forma de ocupar el tiempo libre, e intentaba, igualmente, hacerles ver las bondades y beneficios tanto físicas como psíquicas del “estar en forma”, y que evidentemente no les convencía, acabó el debate con el siguiente argumento: “¿… a ti te gusta lo que haces, disfrutas con ello?, pues entonces no discutamos más, el deporte es lo mejor,… pero para ti.” Llegué a la conclusión de que nunca intentaría convencer a nadie, ni con la mejor dialéctica, para que practicara un deporte o que utilizara su tiempo libre de una forma o de otra.

 En consecuencia, solo pretendo, con estas líneas, contar una experiencia personal que ha sido y sigue siendo útil y satisfactoria para mí. Un acontecimiento deportivo que tiene una repercusión directa en mi forma de vivir: la práctica del ciclismo como deporte y entretenimiento.

 El deporte es y ha sido siempre para mí, además de una diversión, una escuela de voluntad y superación. He practicados muchos y a diferentes niveles y uno de sus atractivos ha sido siempre el espíritu competitivo. Después de algunas lesiones serias y el paso de los años, no me podía resignar a abandonar mi actividad deportiva y opté por la bicicleta como deporte básico y habitual que me potencia la rehabilitación de mis lesiones y en cierto modo es competitivo. Digo en cierto modo ya que a mi edad no pretendo, y además es imposible, ni ganar el Tour de Francia ni cualquier otra carrera de veteranos. Eso sí, me gusta participar en marchas cicloturistas abiertas donde existe competencia, pero a nivel mínimo; luchas contra ti mismo por llegar y quizás, con un poco de suerte delante de algún otro cicloturista como tú.

 Cada año en Francia se celebran unas marchas cicloturistas abiertas a todos los ciclistas con la correspondiente licencia. Una de ellas, quizás la más prestigiada y dura, tanto por su kilometraje y sobre todo por su exigente recorrido es “LA MARMOTTE”. Sus 180 km. transcurren por los Alpes Franceses y hay que ascender a cuatro puertos míticos todos ellos considerados de “Primera” y “categoría especial”, e igualmente famosos por ser habituales en el Tour de Francia: Col de la Croix-de-Fer, 2.068 m. y 30 km. de ascensión; Col du Telegraphe, 1.570 m. y 12 km. De ascensión; Col de Galibier, 2.648 m. y 18 de subida y por fin el monstruo de L’Alpe D’Huez, 1.780 m y 14 km. de ascendentes curvas con un porcentaje medio del 8,5% de pendiente. 

Quiero contar mi experiencia y sobre todo mis impresiones de esta prueba ciclo-deportista tan prestigiosa en el calendario internacional.

 A este acontecimiento deportivo, que no tiene un talante puramente competitivo, acudimos este año 4.300 ciclistas de muchas nacionalidades, edades, sexo y condición social con la idea común de llegar a la meta y en el menor tiempo posible. Mi primera participación fue en julio de 1.987; acudí con mucho miedo ya que únicamente conoces de oídas su dureza, pero no sabes hasta donde puede llegar tu límite de sufrimiento y aguante físico. Nunca, hasta ahora me había enfrentado con puertos tan largos y con tanto desnivel en su ascensión. Supone un reto personal que te has marcado y has ido fraguando y preparando durante todo un año de intenso y metódico entrenamiento. Hay que adquirir una gran condición física y haber realizado un entrenamiento muy específico; resistencia en grandes distancias y aguante en ascensos muy largos y de elevados porcentajes de pendiente. Una vez en la línea de salida debes estar totalmente mentalizado y muy motivado para poder acabar la prueba. Llegar ya es un éxito, el tiempo realizado es el reto para el próximo año.

 No se puede describir con palabras la alegría que supone alcanzar la meta después de algo más de once horas y media sobre la bicicleta. Te das cuenta al llegar, pese al cansancio, que ha sido más duro el trabajo del entrenamiento diario a través de todo el año, que el esfuerzo que supone en sí realizar la prueba, ya que en el momento final se ve compensado el esfuerzo con el éxito logrado.

  ¿Los resultados en cifras…? Salimos en esta edición cerca de 4.300 ciclistas, llegamos a meta 2.771. Yo me clasifiqué en el puesto 2.369, habiendo invertido en el recorrido 11 horas y 37 minutos. ¿Un éxito?, ¿un fracaso? Para mí fue una aventura que preparé conscientemente y que me supuso, además de muchos otros beneficios personales, una gran satisfacción.

 Hace poco contestaba a una encuesta de una revista especializada en ciclismo en la que se me pedía que valorara lo que suponía para mí la práctica del ciclismo. Creo que lo puedo resumir con las mismas afirmaciones que venían en ella: “Intento de superación de uno mismo; una aventura; encuentro con la naturaleza; una manera de mantenerse en forma; unirse en amistad con otros aficionados a la bicicleta; relajarse del estrés del trabajo y la actividad diaria; medio de transporte alternativo para la ciudad, excursiones y viajes, etc.”

  He vuelto en julio del 89 a mi particular aventura con la “Marmotte” y de nuevo he disfrutado de los paisajes alpinos, me he reencontrado con los amigos de años anteriores, he sufrido en las agotadoras ascensiones, me he mojado con la lluvia, me he desanimado y he pensado abandonar a media carrera, me he vuelto a sorprender de la capacidad de aguante de las personas…. y he vuelto a sonreír en la llegada, pese haber hecho peor registro que en el año anterior.

 Ya me estoy preparando de nuevo para el próximo verano; tengo un año más y me he planteado un reto mayor, mejorar los tiempos anteriores.

 Es tópico el slogan que reza, “el deporte es salud” y como dice un buen amigo mío, me estoy preparando para ser “el muerto más sano del cementerio”.

 Valencia, Septiembre de 1.989